Lo dice la autora ya en el título. En este libro de la serie de Petra Delicado no hay caso. No hay muertos. En la entrega número 12 de la serie (los anteriores han sido diez novelas y una recopilación de cuentos, todos con Delicado como personaje central), la inspectora se retira a un convento a pasar una semana alejada del mundanal ruido para poder descansar y a lo que se dedica es a escribir. A contar su vida, para ser más precisos.
Giménez Bartlett ha explicado que muchas veces, en presentaciones y firmas de libros, le preguntaban por aspectos de la vida personal de la inspectora, como si fuera un personaje real. Así que decidió darle una vida. Y aquí está Petra de niña, con sus dos hermanas, una madre de armas tomar y un padre más silencioso y condescendiente. Una juventud moderadamente rebelde, un giro brusco en los estudios universitarios por amor (sí, por amor), un primer divorcio y así hasta su ingreso en la Academia de Policía y la etapa inicial de su carrera profesional.
El lector asiste al cambio de perspectiva vital de la inspectora, a su relación con los hombres y con el mundo en general, a su conversión en policía vocacional tras haber ingresado en el cuerpo con algunas dudas. Petra nos lo cuenta todo con esa ironía y ese punto de humor a veces incluso negro de los que hace gala también en sus investigaciones. Y confiesa que quizá el hombre más importante en su vida sea Garzón.
(Publicado en elcorreo.com)