Susana Rodríguez Lezaun debutó en la novela con gran éxito con Sin retorno hace apenas cuatro años y desde entonces ha publicado tres novelas más. Una bala con mi nombre acaba de llegar a las librerías y en ella cuenta la historia de una restauradora de arte ya en la cuarentena, divorciada y solitaria, que en una fiesta del museo para el que trabaja, en Boston, conoce a un camarero mucho más joven y de gran atractivo. Lo que empieza como una aventura de sexo sin complicaciones se transforma pronto en otra cosa cuando ella descubre, de la peor manera posible, que tras la relación había algo más oscuro. Algo relacionado con la delincuencia, que obligará a la protagonista a hacer cosas que nunca imaginó y a correr un peligro cierto.
Rodríguez Lezaun ha escrito una novela ágil, que tiene la virtud de que cuando la historia parece encarrilada hacia un cierto tipo de final introduce un giro brusco con el que, de alguna forma, es como si volviera a empezar. Para los amantes de los thrillers, cuenta con todos los ingredientes y responde fielmente al patrón canónico de este tipo de historias, empezando por un arranque que sitúa al lector casi al final de la trama para de inmediato, en un largo ‘flashback’, contar cómo se ha llegado hasta ese punto. A partir de ahí, acción abundante, unas gotas de erotismo, escenarios diversos, una casa aislada, algún triste episodio del pasado que ha dejado heridas y unas pinceladas sobre corrupción.
Las novelas de la periodista y escritora navarra tienen un esquema marcadamente cinematográfico. Hay en este texto una película o una serie. Ya lo verán.

(Publicado en elcorreo.com)