Hoy quiero contarles una historia, además de proponerles una música para el fin de semana, como cada jueves. A comienzos de la pasada década, en febrero de 2003, la Orquesta Sinfónica de Euskadi organizó una gira que la llevó a Centroeuropa. En la parte final del viaje nos incorporamos varios periodistas, que cubrimos la información de los conciertos de Múnich y Zúrich, los últimos de la gira. El director en aquella ocasión era su entonces titular, Gilbert Varga. Los dos conciertos terminaron con grandes ovaciones porque la orquesta, que contaba con la colaboración del violonchelista letón Misha Maisky como solista -tocó maravillosamente las Variaciones Rococó de Chaikovski-, lo hizo muy bien.

Al acabar uno de los conciertos, no recuerdo si el de la Herkulessaal de Múnich o el de la Tonhalle de Zúrich, Varga se dirigió al público y presentó la propina que la orquesta iba a ofrecer como una especie, dijo, de ‘himno oficioso’ del País Vasco. Nos quedamos perplejos al escucharlo porque no sabíamos de qué obra se trataba. Y lo que la OSE tocó fue esta pieza que hace el Nº 6 de las Diez melodías vascas. Se trata de la Amorosa, sin duda una obra de una gran belleza, que conmueve también por su sencillez. Una de esas piezas que tocan el alma del oyente. Aquí se la dejo. Disfruten.