Quizá ustedes sean seguidores de dos series de TV que aún se emiten, en temporadas nuevas o como reposición. Se trata de CSI y Mentes criminales. Pues bien, El cuarto mono es una novela que parece estar inspirada en ambas o en el tipo de casos que ambas plantean. La publicidad del lanzamiento, justo al principio del verano, hablaba también de los filmes Seven y Sospechosos habituales, y en efecto hay además algo de sus atmósferas en este relato bastante claustrofóbico.

La novela se abre con el aviso de que un hombre se ha arrojado al paso de un autobús y ha muerto. Llevaba una cajita que guardaba la oreja de alguien. El asunto es que eso se ha repetido en los últimos años: hay un secuestro, en general de mujeres jóvenes, y la familia recibe en casa primero una oreja, luego los ojos y más tarde la lengua. Y a continuación aparece el cadáver.

El relato se articula mediante dos narraciones básicas: una, convencional, aunque ponga el foco según los capítulos en distintos personajes; la segunda es un diario que el asesino hace llegar al policía protagonista, en el que cuenta su infancia, origen de su actuación posterior. El autor no ahorra sanguinolencias varias ni estremecimientos a cuenta de ratas y otros tiernos bichos, para conseguir un relato en el que no falta ni un ingrediente típico pero que tiene la virtud de avanzar a gran velocidad hasta un desenlace que promete una segunda parte.

(Publicado en elcorreo.com)