En las novelas de Donna Leon no hay grandes intrigas, no hay casos de resolución casi imposible que requieren de despliegues de tecnología, talento y algún espectacular golpe de suerte. De hecho, la tecnología y los contactos para manejarla no los pone el protagonista de su serie novelística sino la ‘signorina’ Elettra, la secretaria del jefe del Brunetti, siempre dispuesta a ayudar aunque sea bordeando los límites de la ley.
El comienzo de La tentación del perdón no puede ser más leve: una profesora, compañera de la esposa del comisario, acude a este porque su hijo adolescente muestra un extraño comportamiento que podría deberse al consumo de drogas. Parece un asunto muy menor para Brunetti, pero horas después el padre del chico aparece con graves daños cerebrales tras haber sufrido lo que enseguida se contempla como una agresión.
A partir de ahí, Brunetti deberá adentrarse en un mundo de corrupción a baja escala. No la que mueve decenas o centenares de millones y está controlada por todo tipo de mafias, sino la doméstica, la individual, la de quien se aprovecha de los recursos del sistema para un modesto enriquecimiento. Y a medida que avanza en el caso, el comisario descubrirá que, muchas veces, el impulso inicial se debió a una situación de verdadera necesidad. De ahí el título de la novela, y el dilema al que se enfrenta el protagonista.
Como siempre, es el ambiente, el paisaje humano y social, lo más atractivo de esta novela de Donna Leon. Y el protagonista y su familia, por supuesto.
(Publicado en elcorreo.com)