Edouard Lalo está situado cronológicamente entre Berlioz y Saint-Saëns, es decir, en la mitad de la gran corriente de la música francesa previa al impresionismo. No se sabe con certeza si tenía origen español, aunque es seguro que nunca visitó España, lo que no obsta para que manifestara un gran interés por el folclore hispano, que entonces era visto en Europa tan exótico como el oriental. También mantuvo una entrañable amistad con Pablo Sarasate, para quien escribió su obra más célebre: la Sinfonía española, un verdadero concierto para violín pese a su título.
Admirador de Wagner, Lalo tenía un gran dominio de la orquesta e imprime a su música una fuerza y un dramatismo notables. De su catálogo es muy poco lo que se interpreta de manera habitual, al menos fuera de Francia. De sus óperas no hay noticia en nuestros escenarios, y de sus conciertos instrumentales es más que probable que muchos buenos aficionados no conozcan más que uno, justamente el que hoy les propongo. El Concierto para violín -estrenado por Sarasate- se interpreta muy poco, el denominado ruso prácticamente nada y el escrito para piano es un absoluto desconocido del que apenas si hay grabaciones. Solo este concierto para violonchelo figura en el repertorio, aunque tampoco sea el favorito entre los solistas. No obstante, verán que es una pieza que tiene su valor. Se lo dejo en la versión del violonchelista venezolano William Molina Cestari, que lo interpreta bajo la dirección de un jovencísimo Gustavo Dudamel, en una mítica sala de Caracas: la Teresa Carreño. Disfruten.