El comisario Brunnetti es uno de los policías más populares de la literatura actual. Se trata del protagonista de una amplia serie de novelas de la escritora norteamericana Donna Leon, que reside en Venecia, lugar en el que están ambientados sus libros. Y se da la circunstancia de que una cadena alemana ha producido una serie de TV a partir de esas mismas novelas, serie que se ha visto por aquí (aún emite episodios repetidos una y otra vez ETB-4).
Al comienzo de Restos mortales, parece que Brunetti necesita un descanso. Para salvar a un compañero, simula un repentino ataque y el resultado es que recibe la baja y la recomendación –a la que su mujer se suma de inmediato– de que se retire a descansar una temporada. Y he aquí que el comisario se va a una casa situada en la laguna pero fuera de Venecia, que es propiedad de un pariente de su mujer.
Allí hace pronto amistad con Davide Casatti, que se encarga del mantenimiento de la casa y es un experto navegante que emplea su tiempo en recordar a su esposa muerta, cuidar de sus colonias de abejas y recorrer la laguna palmo a palmo. Durante más o menos la mitad de la novela, Brunetti conoce la vida en el campo, los problemas derivados de la contaminación y el placer de las cosas sencillas. Hasta que un día de tormenta Casatti desaparece y horas después encuentran su cuerpo.
Por supuesto, Brunetti no cree que un navegante que conocía la laguna al milímetro haya podido ahogarse así como así, de manera que empieza a investigar… Como en otras novelas de Donna Leon, lo más importante no es el misterio, sino el ambiente creado alrededor de los personajes. En esta entrega el jefe Patta, la eficacísima señorita Elettra, la esposa y los hijos de Brunetti tienen menos papel –se les echa en falta en no pocos momentos– pero las constantes de la serie se mantienen: más diálogos que acción, ritmo narrativo pausado y preocupación por asuntos sociales más allá de la peripecia investigadora.
(Publicado en elcorreo.com)