El Bolero de Ravel es una de las obras clásicas más famosas de todos los tiempos. Los más viejos de entre los lectores de este blog quizá recuerden que Cantinflas tituló una de sus películas El Bolero de Raquel, en uno de esos juegos de palabras que tanto gustaban el cómico mexicano. Y en los últimos años 70 Blake Edwards utilizó esta música del compositor vascofrancés para ambientar una escena levemente erótica de su película 10, la mujer perfecta, con la inexpresiva Bo Derek como protagonista. Era ella quien hacía sonar el Bolero en un tocadiscos mientras se encaminaba hacia la alcoba con Dudley Moore.
La obra fue concebida como un ballet para orquesta, a partir de un solo tema que se repite de manera obsesiva cambiando el instrumento que hace el solo, hasta llegar a la última variación, con el clímax de un largo crescendo. Ida Rubinstein era la destinataria de la obra y, efectivamente, bailó en el estreno. Cuando se puso sobre el escenario la versión puramente orquestal, hubo no pocas críticas por parte de gente que no comprendía lo que el compositor quería decir. Se cuenta que una mujer gritó diciendo que Ravel se había vuelto loco, a lo que el músico contestó por lo bajo apuntando que era la única persona que había entendido de verdad la partitura.
El éxito de la pieza llegó rápido pese al desconcierto inicial. De hecho, es una de las obras del siglo XX más interpretadas en todo el mundo, según los datos de las sociedades de gestión. Se la dejo en la versión de Juanjo Mena al frente de la Filarmónica de la BBC en los Proms de 2013, con la compañía de Antonio Márquez bailando en el escenario. Y, como propina, un recuerdo: EL CORREO y la BOS hicieron un flashmob sobre esta obra. Y bien bonito que nos quedó.