La simple explicación del título de esta novela puede servir para que el lector se haga una idea muy clara de su contenido y del tono de la misma: es el reproche que un hombre hace a un muchacho a quien ha prostituido cuando observa desde una rendija que no pone demasiado entusiasmo mientras está con los clientes. No muestres tan poca vida, le dice.
Hanya Yanagihara ha escrito una novela monumental en varios sentidos: por su dimensión (mil páginas en la edición española) y por su ambición, sobre todo. Porque en pocos libros como este hay detrás una autora con tal capacidad para desmenuzar el alma humana, para abrirla como si tuviera un bisturí y mostrar lo que hay en el interior.
Lo que cuenta la novela es la historia de cuatro jóvenes que se conocen en su etapa universitaria y se hacen amigos pese a sus diferencias sociales, raciales y de intereses. Esa relación se extiende a lo largo de más de treinta años con los lógicos altibajos y con apariciones y desapariciones de nuevos personajes.
Yanagihara muestra la complejidad de la sexualidad masculina en este tiempo de inestabilidad emocional. Y lo hace sin dejar fuera ni un gramo de dolor; del dolor por no entender lo que significa el amor a estas alturas de la civilización, por no ser capaz de dar el valor justo –no menos pero tampoco más– al sexo que todo lo invade, por pensar que ese mismo amor puede ser el salvavidas en cualquier situación y descubrir que no siempre es así… La novela es un canto a la amistad, que a los personajes solo alcanza cuando el desgarro ya no tiene remedio, cuando sus vidas se han perdido para siempre.
Tan poca vida es una novela intensa, sofocante por momentos y valiente. Quizá la novela más específicamente masculina en décadas, aunque ello no significa que no interese a las mujeres. Antes al contrario: si alguna piensa que la psicología masculina es muy simple debe leer este libro para convencerse de que está en un error.
(Publicado en elcorreo.com)