Ya supondrán que no quería hablar de nada de eso en este comentario, por mucho que el tema dé lo suyo de sí. Esto viene a cuento porque desde hace días, coincidiendo con los nuevos datos sobre su presunta participación en negocios poco claros en Marbella, las cadenas de televisión han aprovechado para dar imágenes de sus últimas actuaciones, en las que ha tenido a bien cantar boleros. Destrozarlos, estaría mejor. Porque Pantoja literalmente masacra unas canciones que forman parte de la educación sentimental de generaciones. Uno escucha un tema a Toña la Negra, o a Los Panchos, o a cualquier otro de los grandes, y a continuación lo vuelve a oír interpretado por Isabel Pantoja y le entran ganas de echarse a llorar. No por el dramatismo de las historias de desamor que muchas de sus letras contienen, sino por cómo están cantados. O destrozados.