Joël Dicker acaba de cumplir 31 años y ya hace tres disfrutó de un éxito enorme con La verdad sobre el caso Harry Quebert, una novela en la que hacía alarde de un gran dominio técnico para enredar al lector en la investigación sobre las razones de la muerte de una adolescente. Antes había escrito una obra más literaria titulada Los últimos días de nuestros padres, que en España se editó con posterioridad y que descolocó a los lectores por el distinto planteamiento. Tan distinto que parecía obra de otro autor.
El libro de los Baltimore recupera el personaje de Marcus Goldman, el escritor de éxito que investigaba lo sucedido en una pequeña localidad de la costa este escandalizada ante lo que parecía una turbia historia entre una muchacha y un viejo profesor con resultado de muerte. Sin embargo, aquí no hay un crimen que investigar. Sí hay un Drama, así se explica desde la primera página, que termina con una familia feliz. Porque, a diferencia de la sentencia de Tolstói con la que se abre Ana Karenina, no es cierto que todas las familias felices sean iguales y solo las desgraciadas lo sean cada una a su manera. Los Goldman son felices y al tiempo muy especiales, aunque quizá Tolstói tenga razón y en el fondo no son más que una familia desgraciada que durante un tiempo no supo que lo era.
Lo que Dicker cuenta son dos décadas en la vida de las dos ramas de Goldman: los muy glamurosos Goldman-de-Baltimore y los menos afortunados Goldman-de-Montclair, a los que el narrador pertenece. Esta es una historia de amor y amistad, pero también de mentiras y traiciones. De lujo y placer, junto a ruina y violencia. Marcus indaga en el pasado de los suyos y descubre que tras la felicidad de la infancia se escondía algo parecido a un infierno. El autor tira en algunos momentos de los recursos técnicos de La verdad sobre… para mantener la tensión narrativa, pero aquí cuentan tanto los personajes como la historia. Y esos personajes están muy bien construidos.
(Publicado en elcorreo.com)