Cuando se habla de la dificultad de entender la música contemporánea siempre se citan unos cuantos compositores como ejemplos de que no necesariamente es así. Uno de esos autores cuya obra se entiende sin problema alguno incluso para quienes no escuchan habitualmente piezas escritas en las tres o cuatro últimas décadas es Arvo Pärt. Aún más, su nombre se cita también cuando hay que hacer una relación de compositores vivos con un notable éxito popular.
Pärt, estonio de nacimiento, luego ciudadano soviético, más tarde residente en Austria y Alemania y por fin instalado de nuevo en su país, experimentó con los nuevos lenguajes del siglo XX pero se ha hecho famoso sobre todo por un regreso a las formas clásicas a las que ha despojado de todo lo que no es estrictamente esencial, lo que lo sitúa de alguna manera en el minimalismo. Su música tiene un componente espiritual muy grande y sugiere con frecuencia estados de calma que conducen casi al ensimismamiento. En un mundo en el que hay una saturación de estímulos, de sonidos, Pärt juega la baza de la simplicidad y la sugerencia. Algunos lo han comparado con Górecki y no parece que vayan muy descaminados.
Para este fin de semana que ya nos aproxima a otra campaña electoral, con su inmenso ruido, les dejo esta música serena y hermosa. Spiegel im Spiegel (Espejo en el espejo) fue compuesta inicialmente para violín y piano, pero el primero de los instrumentos ha sido sustituido por otros en algunas versiones. Se trata de una partitura que ha tenido un recorrido importante en el cine. Suena, por ejemplo, en Soldados de Salamina, Elegía (el filme de Isabel Coixet), La gran belleza, Los amantes del Pont Neuf o el trailer de Gravity, por poner solo algunos ejemplos. En esta versión la interpretan la violinista Anne Akiko Meyers y Reiko Uchida. Disfruten.