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César Coca

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Un libro cada semana: 'Las personas del verbo' de Jaime Gil de Biedma

Jaime Gil de Biedma murió en 1990 y llevaba prácticamente una década sin escribir poesía. Aún así, su obra, corta en dimensión, es un monumento literario. La reedición de Las personas del verbo, que la reúne en su totalidad –al menos, lo que se puede llamar obra oficial– es una gran oportunidad para leer o releer a este poeta, que muchos tienen por el más importante del último medio siglo.
Sus contradicciones son conocidas: nacido en Barcelona hijo de una familia de la alta burguesía castellana, titular de un cargo muy importante en la empresa Tabacos de Filipinas, fue al mismo tiempo marxista y rebelde; quiso ingresar en el Partido Comunista pero no lo consiguió, al parecer por su condición de homosexual; viajó por algunos países lejanos por razones profesionales pero cada verano se encerraba en la casa familiar de Nava de la Asunción, un pueblito de Segovia, y allí escribía sin cesar. Fue uno de los muchos de toda una generación de artistas e intelectuales que sucumbió al sida cuando contraer esa enfermedad era casi sinónimo de condena a muerte.
Su obra poética tiene una vigencia absoluta. “Adelantaron/ las lluvias, y el Gobierno,/ reunido en consejo de ministros,/ no se sabe si estudia a estas horas/ el subsidio de paro/ o el derecho al despido,/ o si sencillamente, aislado en un océano,/ se limita esperar que la tormenta pase/ y llegue el día, el día en que, por fin,/ las cosas dejen de venir mal dadas”. Parece de hoy, pero lo escribió en 1959.
Hay en este libro poesía de la llamada social y otra mucho más íntima, más vinculada a la propia biografía, a los temas de siempre: el amor, la muerte la vida, la felicidad y la amargura. Hay despedidas a medias: “Aunque la noche, conmigo,/ no la duermas ya,/ solo el azar nos dirá/ si es definitivo”. Y hay nostalgia, mucha nostalgia, en uno de los poemas más bellos jamás escritos en castellano: “Pero ha pasado el tiempo/ y la verdad desagradable asoma; / envejecer, morir,/ es el único argumento de la obra”.

(Publicado en elcorreo.com)

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