Ottorino Respighi es un compositor del siglo XX que ha disfrutado de una fama solo relativa fuera de su país, Italia. Murió en 1939, a los 56 años, sin haberse incorporado a ninguna de las nuevas corrientes que dominaban la música clásica. Tuvo como maestros a grandes músicos de distintas tradiciones, pues recibió clases de Rimski-Korsakov en San Petersburgo y de Max Bruch en Berlín. Pero fue sobre todo un estudioso del barroco italiano, y esa influencia se nota en su propia obra. Quizá por eso, sus trabajos quedaron oscurecidos en su tiempo, frente a la fuerza innovadora de los Schoenberg, Stravinski o Bartók, o ante el brillo de los Ravel, Prokofiev o Strauss.
Solo en los últimos tiempos se está produciendo una revalorización de su obra. No sé si tendrá algo que ver, pero en uno de los últimos textos en los que habla de música, Gabriel García Márquez se refiere al Concierto gregoriano para violín de este compositor como una pieza que le interesaba mucho en ese momento y estaba recomendando a sus amigos.
En esta ocasión no les dejo esa obra, sino un par de movimientos (muy distintos y muy bellos ambos) de la Suite Nº 3 de Danzas y aires antiguos. Les va a gustar. Seguro.