El pasado viernes les propuse una de esas obras de música contemporánea destinadas a que se escriban muchos tratados y se citen en cualquier libro de historia de esta disciplina artística. Esta vez traigo a esta sección una pieza sin duda menor dentro de la enorme producción -por cantidad y calidad- de uno de los grandes genios de todos los tiempos: Beethoven. Se trata del Septimino op. 20, una partitura escrita más o menos a la vez que la Sinfonía Nº 1, que tuvo un gran éxito en su momento y terminó por ser aborrecida por su autor, porque la consideraba un trabajo sin relevancia ante las gigantescas obras que luego ofrecería al mundo.
Quienes tienen ahora más de cuarenta años reconocerán este fragmento sin la menor duda. Es el Minueto, el tercer movimiento del Septimino, que sonaba (convenientemente arreglado) como sintonía del programa Érase una vez el hombre, uno de los mejores productos didácticos que ha emitido cadena de TV alguna. La obra está escrita para siete instrumentos (de ahí su título), tres de vientos y cuatro de cuerda: clarinete, fagot, trompa, violín, viola, violonchelo y contrabajo. Dada la naturaleza de la partitura, el mismo Beethoven proponía añadir otros instrumentos o hacer arreglos diversos para interpretarla con menos efectivos.
Puede que esta obra, y este movimiento más en concreto, les parezca muy clásica. Dicho de otra forma, es posible que les suene a Mozart o quizá incluso más a Haydn. Están en lo cierto: Beethoven aún no había dado el paso definitivo hacia el Romanticismo. Eso llegaría más tarde. Mientras tanto, disfruten.