
Queda su legado discográfico, con grabaciones quizá inalcanzables durante mucho tiempo en un buen puñado de obras. Me refiero a grabaciones de partituras para violonchelo porque con la batuta no consiguió el mismo nivel.
Asistí a su último concierto en Bilbao, en 2001. Venía como director en un concierto organizado por la Fundación Bilbao 700 y debo confesar que su versión de la Patética de Chaikovski me dejó bastante frío. Sentí que no hubiese venido como violonchelista. Esta noche pondré alguno de sus discos en su homenaje. Adiós a un grande de la música.