A la sombra del árbol violeta es la primera novela de Sahar Delijani y con ella llamó poderosamente la atención en la Feria del Libro de Londres hace un par de años. El libro cuenta una historia que es, de alguna manera, la suya propia y la de algunos de sus parientes. Y eso sucede desde el primer capítulo, cuando una de las protagonistas del libro da a luz a una niña en la cárcel de Evin (Teherán), donde está presa por su militancia política. Esa niña es la propia autora, que compartió celda con su madre -y con un puñado de condenadas más- durante unos meses, hasta que fue entregada a sus abuelos.
Delijani tuvo suerte: sus padres fueron liberados antes de la gran purga de 1988 y algo después se fueron a vivir a EE UU. Ahora, la escritora iraní relata las historias que oyó contar a su familia y a algunos amigos y las completa con algunas escenas y personajes de ficción para completar un retrato muy revelador del rumbo tomado por la revolución. Y ese rumbo incluye la persecución por parte de los Guardianes de la Revolución de todos los laicos y de izquierdas que habían contribuido a derrocar al sha.
Hay en las páginas de este libro historias estremecedoras de celdas medievales y juicios farsa, de un fanatismo religioso extremo expuesto con claridad meridiana en una escena en la que un preso, en plena vista oral de su causa, va haciendo cómputo de los años que pueden caerle con cada acusación y deja de sumar cuando llega a la de ‘ateísmo’: solo por esa, pena de muerte. Y hay dolor: el de las madres a quienes arrebatan a sus hijos, y el de los hijos privados de sus padres; el de progenitores, hermanos y viudas que un día reciben la peor noticia que cabía esperar: la de que debían ir a la cárcel a recoger un paquete, porque ya sabían que su contenido eran los objetos personales de un ajusticiado; el de los jóvenes cuando descubren que se les ha ocultado la suerte de sus mayores para evitar que ellos mismos sean víctimas de la represión; el de los sueños alimentados entre las paredes del hogar que se desvanecen nada más salir a la calle.
Los personajes de Delijani aman, albergan miedos y son víctimas de los celos, porque la vida continúa. Pese al horror, a las traiciones y a los desvaríos, la vida sigue. De ahí el tono lírico de muchas páginas. Incluso en mitad de la guerra y la represión, cada año florecen los jacarandás, con sus flores de color violeta.
(Publicado en elcorreo.com)