En el año 1931, Marlene Dietrich era ya una estrella de cine, aunque aún estaba lejos de llegar a la categoría de mito. Sin haber cumplido los 30 años, su carrera estaba lanzada, sobre todo gracias a una película que ha hecho historia: El ángel azul, basada en un relato de Heinrich Mann. Allí, su papel tenía menos peso que el de Emil Jannings pero le robó completamente la función y no solo porque apareciera en pantalla enseñando las piernas, algo no habitual en esa época. El director Josef von Sternberg se dio cuenta enseguida del potencial de aquella actriz de rostro maravillosamente imperfecto y una mirada que jamás dejó a nadie indiferente.
El retrato que de Marlene Dietrich hace Franz Hessel en este pequeño ensayo es de una enorme lucidez. En sus páginas, junto a fotografías de ella en varios momentos de su infancia y juventud, analiza los aspectos esenciales de su carrera y explica las claves de su éxito y la fascinación que ejercía sobre el público. De fondo, está el Berlín bullicioso y un punto canalla de los años veinte, anterior a la llegada brutal de los nazis. También disecciona escenas de la que había sido su principal película hasta ese momento (la citada El ángel azul) y se detiene en algunos momentos de su biografía previos a su debut ante las cámaras. Es especialmente ilustrativo el relato que hace de las primeras pruebas como cantante y actriz, en las que mostró sus carencias técnicas compensadas de sobra por su belleza y su capacidad para transmitir, para usar del sexo sin que pareciera obsceno, sin que diera la sensación de que quería conseguir nada con ello.
La obra de Hessel está siendo recuperada en España. En todas las reseñas se le cita como el padre de Stéphane Hessel, el padre de los indignados. La referencia le hace muy poca justicia. Franz Hessel era un intelectual muy importante en su tiempo y sus libros lo muestran como un escritor agudo y dominador del oficio.
(Publicado en elcorreo.com)