El siglo XIX se aproxima hacia su final. El postromanticismo produce las últimas obras musicales de los grandes compositores de su tiempo. Bruckner ha muerto hace poco y Mahler acaba de llegar a Viena, donde pasará la etapa más fructífera y feliz de su carrera y su vida. También la más tempestuosa. Otro joven compositor, inspirado por un poema y por una mujer a la que acaba de conocer y con la que se casará más tarde, escribe en 1899 una partitura para dos violines, dos violas y dos violonchelos, una plantilla no demasiado habitual. El compositor es Arnold Schönberg, el padre del dodecafonismo. Pero cuando escribió este sexteto (luego hizo una versión para orquesta), aún no había llegado a eso.
Noche transfigurada, que así se titula la obra es una pieza hermosísima, de un lirismo intenso. Y no es para nada una música difícil de comprender. Se la dejo completa en una versión que me parece bastante notable. Estoy seguro de que van a disfrutar con esta obra. Sin prejuicios.