Días de Nevada es un texto muy difícil de catalogar en cuanto a su género. Pese a ello, la explicación de su contenido es sencilla: es el relato de la estancia de un escritor y su familia en Nevada, durante más o menos un curso académico. Se trata de un trasunto más que evidente de la propia experiencia del autor, por más que su esposa y sus hijas en el libro (narra en primera persona y no llegamos a saber cuál es su nombre) no se llaman como en la vida real.
La estructura del libro parece identificarse con la de un diario: el autor va haciendo anotaciones desde el día mismo de la llegada. Ahí están sus primeros contactos con la Universidad y los residentes en la zona, las excursiones al desierto, la asistencia a mítines de Obama y Hilary Clinton -entonces en plena campaña de las primarias-, reuniones de amigos, fiestas, la desaparición del aventurero Fossett cerca de donde se encuentran, una serie de violaciones a adolescentes en la misma calle donde viven… Junto a eso, recuerdos de la adolescencia, conversaciones con la madre enferma, sueños no siempre fáciles de interpretar.
Los lectores de Atxaga notarán un cambio, una evolución en su narrativa. Si en su anterior trabajo (Siete casas en Francia) se alejaba algunos miles de kilómetros del País Vasco pero mantenía la estructura tradicional de la novela, ahora el cambio es de otro signo. Hay distancia física aunque vuelva una y otra vez a Euskadi, pero es en la estructura, en el planteamiento del relato, donde está el salto mayor. La literatura de Atxaga ha evolucionado, se ha hecho más madura y compleja.
(Publicado en elcorreo.com)