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César Coca

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Un libro cada semana: 'Pan, educación, libertad' de Petros Márkaris

La vida del comisario Jaritos, como la de su familia y el conjunto de la sociedad griega, es cada día más complicada. Comienza el año 2014, Grecia suspende pagos, se ha salido del euro y recupera el dracma, su vieja moneda (ojo, que también España suspende pagos ese 1 de enero e Italia se asoma peligrosamente al abismo). La calle está tomada por manifestantes jóvenes que celebran que el país sea dueño de su destino, sin tener que mirar a Alemania, y otros, ya mayores, que critican las medidas del Gobierno de Atenas y piensan que sus pensiones, en dracmas, no les alcanzarán para nada más allá de la miseria.

La Policía, que no cobrará al menos durante tres meses, no tiene tiempo para lamentarse porque la tensión en la calle es grande. No es el mejor día para que aparezca muerto un importante empresario de la construcción, cuyo hijo es un conocido militante izquierdista, un tipo solidario que trabaja por los desheredados. El muerto tomó parte en lo que se recuerda como los Hechos de la Politécnica, una rebelión estudiantil contra la dictadura militar, que puso en jaque al Gobierno en 1973. El lema de aquellos días en la Universidad era ‘Pan, educación, libertad’, y justo esa reclamación es la que alguien ha colocado en el móvil del muerto, a modo de timbre.

El crimen, o los crímenes, son el macguffin de esta novela. El lector sigue la investigación de Jaritos al frente de su reducido equipo, pero lo más interesante es el retrato de una sociedad exhausta por la crisis, sin más horizonte que sobrevivir hasta el mes próximo. Y, por supuesto, el análisis del fin del idealismo, del cambio de aquella generación de universitarios que se jugaban la vida o al menos su futuro por la democracia pero que luego han renunciado a sus principios para instalarse en los lugares de privilegio de un sistema débil y corrupto.

Márkaris relata de manera muy directa, describiendo la situación del país a partir de pequeños datos, de anécdotas reveladoras (la olla que prepara la esposa de Jaritos para toda la familia porque es más barato cocinar de una vez para muchos que hacerlo en dos o tres casas distintas…) y demostrando, por si a estas alturas aún fuera necesario, que la ficción bien hecha presenta una pintura de la realidad tan buena o mejor que cualquier tratado.

 

(Publicado en elcorreo.com)