En el mundo de las editoriales llaman clavos a los libros que se publican fuera de la programación cerrada con meses de antelación. Son títulos que se lanzan al mercado en un momento dado por razones de oportunidad o porque se quiere conseguir un efecto concreto, muchas veces mejorar los ingresos en un ejercicio en el que las cosas no han ido bien.
Pues bien, este último trimestre de 2013 hay dos clavos muy señalados. Dos libros cuyo anuncio ha sorprendido al mundillo editorial porque no se esperaban… tan pronto. El primero es Legado en los huesos de Dolores Redondo, que publicará Destino. El segundo, El francotirador paciente, de Arturo Pérez-Reverte, que lanzará Alfaguara.
La escritora donostiarra afincada en Navarra publica esta segunda novela de su trilogía del Baztán solo diez meses después de la primera. No es un récord en cuanto a la escritura –cuando se publicó El guardián invisible ya tenía muy avanzada esta entrega– pero sí lo es desde el punto de vista de la edición. El hecho de que no figurara en la programación del último cuatrimestre revela que los responsables de la editorial decidieron adelantar al máximo el lanzamiento.
Lo mismo pasa con el libro de Pérez-Reverte. Nadie sabía nada de esa novela, que tampoco figuraba en el avance de la editorial, hasta que hace diez días él mismo lo contó el Twitter. Al día siguiente, Alfaguara hizo pública una nota dando más datos. Cuando llegue a las librerías, habrá pasado un año exacto desde la publicación de El tango de la guardia vieja. Nunca antes había transcurrido tan poco tiempo entre dos libros del novelista y académico, salvo que uno de ellos fuera de la serie Alatriste, que no es el caso. Es decir, que da la impresión de que también aquí los directivos de Alfaguara han puesto a funcionar a toda máquina el taller para tener el libro listo de cara a la campaña de Navidad.
No hay duda de que en ambos casos una de las intenciones de esos lanzamientos es tratar de mejorar los resultados de un año que ha sido malo (incluso hay quien habla de catastrófico) para el sector editorial. Dos valores seguros con los que vender unas decenas de miles de ejemplares (más con un poco de suerte) antes de que el ejercicio eche el cierre.
Son los clavos a los que se aferran. Por supuesto, existen más casos, aunque quizá no tan llamativos. La suerte de algunas editoriales es que cuentan con recursos de este tipo. No pasa en todas ellas, ni tampoco en otros sectores de la economía.