A la espera de las novedades que están a punto de aparecer en las librerías, puede ser el momento de releer –o leer por vez primera para quien no la conozca– esta novela de Antonio Tabucchi publicada originalmente en 1997, tras el gran éxito de Sostiene Pereira, y reeditada el año pasado.
En La cabeza perdida de Damasceno Monteiro volvemos a encontrar algunos de los elementos que ya estaban en el título que dio la celebridad internacional a Tabucchi. El libro comienza como si fuera un thriller convencional, con el hallazgo de un cadáver sin cabeza junto a un poblado de gitanos. Será en la investigación que emprende un joven periodista de sucesos cuando afloren los pecados de connivencia de algunos policías con los traficantes de drogas y las miserias, pequeñas y grandes, de un sistema político y judicial que no tiene como objetivo final ni el bienestar ni la justicia.
El relato se detiene por momentos en discusiones sobre la justicia y la verdad, sobre todo cuando el veterano abogado que ejerce de defensor de causas semiperdidas habla con el joven periodista y trata de orientar su enfoque de la investigación. Hay una vieja sabiduría en sus palabras y un escepticismo a veces resignado, frente a la inocencia del informador que en el fondo lo que quiere es escribir un libro y formar una familia con esa novia que apenas aparece pero que está siempre presente.
La cabeza perdida de Damasceno Monteiro comparte atmósfera con Sostiene Pereira, de manera que el lector se encontrará cómodo en sus páginas y sentirá que personajes y escenarios son como de la familia. En comparación con esta, le falta algo de densidad narrativa, como si fuera una especie de secuela de índole menor. Pero Tabucchi, incluso en sus obras menores, merece siempre una lectura atenta.
(Publicado en elcorreo.com)