Comienza mayo, así que estamos en el mes de las primeras comuniones. Este no es un blog en el que hablemos de religión ni de sociología, a menos que sea estrictamente necesario y en este caso no lo es. Así que no entraré en si es un rito religioso en decadencia o si lo que está de moda son las primeras comuniones civiles. Eso lo dejo a su consideración.
Quiero hablar, tan solo, de los regalos de primera comunión. Quizá usted tenga que ir a una y no sepa qué llevar más allá de lo que es tradicional desde hace décadas: relojes, cámaras de fotos, bicicletas y demás. Pues bien, una sugerencia: ¿por qué no cultura?
Cultura en sus múltiples variedades: libros (en papel o digitales), música, películas… Sin desdeñar la posibilidad de viajes con un cierto componente cultural (que incluyan visitas a museos, palacios, catedrales, rutas de escritores) y las entradas a conciertos.
¿Por qué no? La cultura es algo que debe iluminar nuestra vida desde la infancia. Por supuesto, a distintos niveles y en diferentes formatos. Un niño que vive la cultura como algo habitual, que visita museos de vez en cuando, tiene libros a su disposición –y ve que en su casa no son solo un adorno: se leen–, discos y películas, que cuando viaja con su familia visita lugares con interés histórico y monumental, disfrutará de todo ello en mayor medida cuando sea un adulto. Y entenderá que la cultura enriquece la vida. Con eso, ya será un poco más sabio que tantos políticos de cuyo nombre no quiero acordarme.
Si tienen que ir a una primera comunión, piensen en la posibilidad de regalar cultura.