Mathias Énard deslumbró hace bien poco tiempo con una novela llena de magia: Habladles de batallas, de reyes y elefantes. En ella, contaba el viaje que Miguel Ángel hizo a Constantinopla, llamado por el sultán para construir un puente en el Cuerno de Oro. El gran arquitecto, pintor y escultor quería huir del Papa Julio II, quien no le pagaba los trabajos para su propia tumba (esa que contiene el maravilloso Moisés), y la oferta del sultán Beyazid fue la disculpa perfecta para ausentarse de Roma.
Aquella novela era una fantasía onírica por momentos, a partir de un hecho real. Ahora, Énard publica una novela que es ficción pura del principio al final, pero está ambientada en escenarios reales y en un momento histórico, el actual, de enorme incertidumbre.
Calle de los Ladrones cuenta la peripecia de Ladjar, un muchacho que abandona su casa, en Tánger, cuando su padre lo pilla en la cama con su prima. El chico vagabundea por la ciudad hasta que un día le ofrecen un empleo de bibliotecario y vendedor de libros en una asociación que, bajo la tapadera de dedicarse al estudio de los textos sagrados, es en realidad una célula de integrismo islámico.
Ladjar es moderamente feliz entre libros, leyendo al profeta y a los poetas más excelsos de la literatura árabe hasta que dos circunstancias cambian su vida: una es la toma de conciencia de que está rodeado de terroristas en potencia que terminan por pasar a la acción; la otra es su enamoramiento de una joven estudiante española que visita Marruecos en un viaje a medio camino entre lo académico (estudia árabe en la Universidad de Barcelona) y lo turístico.
A partir de ahí, Ladjar inicia un viaje que lo llevará primero a trabajar de camarero en el transbordador a Algeciras y luego en una funeraria de esa ciudad para terminar en Barcelona. Allí vivirá en un edificio infame de la calle Robadors (de ahí el título de la novela), viendo cómo de forma paralela a la primavera árabe se desarrolla el movimiento de los indignados, en plena crisis económica española y europea.
Énard envuelve con su narración y ha creado un personaje verdaderamente extraordinario, con sus dudas, sus ilusiones primitivas y sus sueños frustrados; sus temores y derrotas. Calle de los Ladrones es una novela de iniciación que nos habla de nuestra enorme debilidad social y desvela, sin aspavientos, el lado oscuro de las revueltas juveniles que al otro lado del Mediterráneo tratan de acabar con dictaduras civiles o militares para imponer otras de tipo religioso. Una estupenda novela que habla de tiempos difíciles. Muy difíciles.
(Publicado en elcorreo.com)