Aparece la edición en castellano de esta novela póstuma, revisada a partir de la recuperación de materiales adicionales por parte de la familia de Hemingway. Se trata de la versión traducida por Gabriel Ferrater a la que se han añadido esas páginas que no estaban en la primera edición. Así que estamos ante un clásico que tiene algunos elementos de estreno.
Lo que cuenta Hemingway en este libro es el relato de sus vivencias en el París de los años veinte, cuando él era un periodista-escritor que vivía con su primera esposa en condiciones muy modestas, pero ya en contacto con Gertrude Stein, Ezra Pound, Scott Fitzgerald y tantos otros escritores, artistas e intelectuales que habitaban la capital francesa.
Hemingway relata en primera persona sus esfuerzos literarios, sus estrecheces económicas, sus visitas al hipódromo, incluida alguna apuesta con suerte, el ambiente de París en esa época mágica. Se trata de la narración vívida, evocadora y nostálgica, que el escritor célebre, dominador de la técnica, hace de los años en que escribía cuentos, sobre todo, que vendía a revistas americanas y alemanas. Aquí está el narrador poderoso, el tipo fuerte en su vida y en su literatura, que contempla un pasado lejano en el que, según propia confesión, “era muy pobre y muy feliz”. Tan pobre como para saltarse algunas comidas por falta de dinero, y tan feliz como para serlo al lado de su primera esposa (él, cuyas relaciones siempre fueron tan conflictivas) y disfrutar de una ciudad que se bebía a tragos. Sus excesos, el personaje en el que se convirtió, llegaron más tarde. Este libro es la mirada atrás de quien sabe que está al final del camino y se despoja de todo para recordar aquellos años prodigiosos en que tenía fuerza, talento y un mundo que conquistar.
(Publicado en elcorreo.com)