Vamos a empezar el año con pasión: les propongo el primer movimiento de la Sonata para piano Nº 23 Appassionata de Beethoven. Fue compuesta en 1804 y el nombre lo puso su editor, causando un gran enfado al autor, que creía que toda su música debía ser interpretada con gran pasión. Con todo, en este caso esa pasión es, si cabe, aún mayor.
Esta obra fue escrita cuando el compositor llevaba ya unos cuantos años viviendo en Viena. Ahora, cuando el turista llega a esa ciudad (quizá atraído por lo visto en el Concierto de Año Nuevo, como escribía en el post anterior), es frecuente que en su primer paseo advierta una placa colocada junto a una casa donde dice que ahí vivió Beethoven. Puede que piense en la suerte que ha tenido de conocer la casa del genio tan pronto. Bueno… suerte relativa. En los algo más de treinta años que Beethoven vivió en la ciudad ocupó 65 casas distintas, lo que da a una media de dos por año. ¿La razón de tanto cambio? Discusiones con los vecinos y los caseros, las molestias causadas por el sonido continuo del piano, la aversión del músico al contacto humano… Lo cierto es que si uno sigue la ruta de las casas de Beethoven recorre el centro de Viena y casi agota el tiempo disponible para visitar la ciudad. No importa. Lo relevante es su música. Y esta que vamos a escuchar es una de las grandes.
¿Versión? Con frecuencia opto por las clásicas, por las que nos han dejado los grandes intérpretes del siglo XX. En este caso, nos vamos a la juventud. Con ustedes, la pianista alemana de origen japonés Alice Sara Ott. Por si les interesa, aquí tienen una entrevista que le hice hace algo más de un año.