No sabía si escribir sobre el bonito asunto del (in)cumplimiento del Plan Vasco de la Cultura. Ya hemos contado en El Correo
que los retrasos no tienen fin, los recursos presupuestarios son
escasos y se dedican sólo a la realización de informes y más informes
(nos anuncian más para los próximos dos años y llevan cuatro y medio
sin parar de hacerlos; ¿de verdad da para tanto la cultura vasca?). En
la rueda de prensa del lunes incluso se dijo (según me cuentan, yo no
estuve) que no es cierto que ETB incumpla su obligación de invertir el
5% en cine y que el Observatorio Vasco de la Cultura ya está en marcha.
Pues bien, ni lo uno ni lo otro, como saben muy bien en Cultura. Y si
no, ¿por qué los productores protestan airadamente por la omisión de
ETB? En cuanto al Observatorio, ¿en qué número del BOPV se publicó su
constitución, sus miembros, su presupuesto, etc?
Pero no quiero dedicar ni un minuto más a este tema. Bastante trabajo
me ha dado, y no estoy dispuesto a discutir si es de día o de noche,
porque eso no me parece opinable.
Voy a otra cosa que me tiene mucho más preocupado. Me refiero a la suspensión de la representación de Idomeneo
en Berlín. Al parecer, alguien temía represalias de islamistas
radicales por el hecho de que en escena aparecían las cabezas
(separadas del tronco) de Jesucristo, Buda… y Mahoma. Yo he defendido
en este mismo blog que es necesario respetar las creencias religiosas
de los demás. Pero me temo que se nos va la olla, como dicen
los chavales. Analicemos con el mismo criterio la historia de la
cultura occidental y tendremos que prohibir un volumen nada
despreciable de lo producido, por blasfemo, herético, discriminatorio,
sexista, racista… ¿No nos estamos pasando?