Un nuevo título de este escritor vizcaíno de 88 años, que cuenta una historia que no puede estar más de actualidad. En su novela relata la peripecia de Souto Menaya Botas, un jugador del Athletic que marcó un gol fundamental para la victoria sobre el Real Madrid en la final de Copa de 1943 pero que luego quedó cojo por una lesión y tuvo que dejar el fútbol. Menaya pasó por todas las penalidades porque no podía volver a su antiguo oficio (albañil) y nadie parecía capaz de ofrecerle un trabajo que pudiera hacer sentado. Hasta que finalmente se dedicó a cerrar los sobres que llevaban los cromos de las colecciones de Fher, colecciones en las que también trabajaba el propio Pinilla.
Lo que nos cuenta el autor parece hoy inverosímil. Un jugador que duda sobre si debe fichar por el Athletic (jugaba en el Arenas de Getxo) porque le van a pagar, y eso no entra en sus ideales. Si le dan la oportunidad de jugar en el equipo de sus amores, en su verdadera religión, él no puede cobrar por ello. Un equipo en el que hasta no mucho tiempo antes los jugadores se pagaban las botas, el uniforme y los desplazamientos…
Pinilla nos muestra la vida sencilla de la Euskadi de esos años, cuando la gente humilde se desahogaba con su equipo y se proyectaba en los éxitos del mismo. Un club gestionado por la clase alta de la ciudad y su entorno y que parecía ser el único refugio de los nacionalistas ante la represión desatada por Franco. No han pasado tantos años desde entonces (Zarra acababa de fichar por el club), desde los años de esas alineaciones que han pasado a la historia, y sin embargo parecen relatos de otro mundo. Parece de otro mundo el ambiente de los jugadores en los entrenamientos, las conversaciones de padres e hijos en las comidas familiares, el espíritu de los amigos de las estrellas del fútbol, la actitud de los presidentes y directivos.
Aquella edad inolvidable es un relato melancólico pero al tiempo irónico sobre un tiempo en el que el fútbol era aún un deporte. Por cierto, no busquen en las alineaciones del Athletic a Souto Menaya porque es invención de Pinilla. Y el gol de la final de 1943 lo metió Zarra. Pero el autor consigue aquí contarnos verdades y mostrarnos ambientes reales a partir de un personaje y una situación falsos. Como diría Vargas Llosa, es la verdad de las mentira. Algo que está solo al alcance de los buenos escritores.
(Publicado en elcorreo.com)