Hace tiempo, mucho, se aplicaba en el ámbito fiscal un concepto que era el de los signos externos de riqueza. Es decir, que si alguien tenía un mercedes de siete metros, un gran velero atracado en Ibiza y un piso de 350 metros en la Gran Vía de Bilbao se podía pensar razonablemente que no era pobre y por tanto debería pagar una suma no desdeñable de impuestos. Ese indicador fiscal dejó de usarse y no sé muy bien por qué.
Lo mismo pasa con algunos indicadores económicos. Ayer dieron en TVE-1 un reportaje sobre el lujo. Se titulaba Dinero llama a dinero o algo así. Y allí aparecían responsables de establecimientos de esos en los que el común de los mortales no osará siquiera entrar -no digamos ya comprar algo-, lo mismo joyerías que tiendas de moda o peluquerías, y todos coincidían en que su facturación había crecido el año pasado por encima del 15-20%.
Bajemos un poco el nivel de gasto y fijémonos en otro indicador. El Athletic se ha clasificado para la final y su presidente quiere que se dispute en el campo más grande, lo que incluye al Nou Camp, porque así podrán animar al equipo en vivo casi 40.000 aficionados. Es decir, que en plena crisis se estima -y seguro que la estimación de Urrutia es muy acertada- que 40.000 personas pagarán el precio de la entrada, el viaje, las comidas y, en muchos casos, hotel para una noche o dos. Y seguro que ni en Barcelona ni en Madrid (o Valencia, que parece otra opción) rebajarán los precios de la hostelería coincidiendo con la final. O sea, que la crisis no debe ser tan grande si hay dinero para gastar en ir a ver un partido que darán en la TV, con sus repeticiones, su cámara lenta, prolegómenos, vestuarios y todo. Y gratis.
Así que crisis… ¿qué crisis? No entiendo como Standard & Poor’s, Fitch y Moody’s no se fijan en esos detalles a la hora de juzgar la marcha de la economía española. En esos y en otros, pero sobre todo en esos.
Eso sí, luego siempre hallarán a gente que diga que la cultura es cara. Para comprar libros, música, películas, entradas a museos y conciertos o palacios y catedrales no hay dinero. Para el lujo más estéril y el deporte espectáculo sí. Aquí hay algo que no encaja. ¿A ver si va a resultar que hay mucho más dinero del que nos dicen?