Han pasado cinco días desde las elecciones y la cultura sigue desaparecida del debate. Lean los periódicos y verán de qué se habla en torno al nuevo Gobierno y sus retos: los recortes presupuestarios que sin duda nos esperan, el copago como fórmula para hacer frente a los gastos sanitarios, la posible subida de algunos impuestos, el debate autonómico abierto de nuevo, el déficit, la relación con los restantes países del euro y el FMI, la gestión del fin de terrorismo, algunos derechos de índole social, los medios de comunicación públicos… También se hacen quinielas sobre algunos ministerios y sus titulares: Economía, Interior, Exteriores, Sanidad… Nadie ha pronunciado la palabra cultura en estos días y a nadie parece preocuparle lo más mínimo quién vaya a ocupar ese Ministerio. Es más, ni siquiera es seguro que exista Ministerio de Cultura.

Ya sé que hay muchas urgencias. Pero siempre las hay y ese no puede ser el argumento para postergar decisiones, políticas, medidas que hay que tomar. Con una industria cinematográfica atravesando un mal momento, orquestas literalmente al borde la desaparición, museos que van cerrando porque no tienen recursos para seguir abiertos, compañías de teatro y ballet asfixiadas… la cultura no puede esperar a que todas las urgencias hayan sido resueltas. Porque quizá para entonces quede poco de la infraestructura que tanto ha costado montar y que por una vez en siglos situó a este país en la primera división de esa liga. Por favor, atiendan a la cultura.