A Unamuno se le presentó una vez uno de sus personajes en su despacho. Era Augusto Pérez, el protagonista de Niebla, y quería mostrar su rebeldía ante su creador. A García Márquez una de sus criaturas -en este caso real- lo llevó ante los tribunales para reclamarle la mitad de los derechos de autor de Crónica de una muerte anunciada. Ahora, después de 17 años de litigio, el Tribunal Superior de Barranquilla ha dado finalmente la razón al escritor y Miguel Santiago Reyes Palencia deberá pagar 2,1 millones de pesos (algo menos de 850 euros) en concepto de costas.
Reyes era en la novela del Nobel colombiano Bayardo San Román, el rico forastero que en la noche de bodas repudia a su novia, Ángela Vicario, al descubrir que no es virgen. Será ese rechazo el que desencadene el asesinato de Santiago Nasar -Cayetano Gentile era su nombre real- por parte de los dos hermanos de la muchacha.
La primera demanda data de 1994. Reyes reclamaba la mitad de los derechos de autor de la Crónica… La denuncia se basaba en que se había violado su intimidad y su honra al contar su verdadera historia sin pedirle permiso previamente. García Márquez ha contado en numerosas ocasiones que él y varios miembros de su familia fueron testigos de los hechos y que lo que hizo en su libro no fue otra cosa que la reconstrucción de una historia que todo el mundo conocía en la región. Esa fue también la argumentación de sus abogados ante los jueces y estos le dieron la razón en varias ocasiones hasta terminar en el Supremo.
Reyes, que tiene ahora 90 años y que hace cuatro publicó a su vez un libro con su versión de los hechos, intentó que Margarita Chica, que así se llamaba en la realidad su esposa por unas horas, se sumara a la demanda, pero ésta no aceptó. Una decisión que no puede extrañar a nadie porque su marido la hizo pasar las peores horas de su vida, sin mostrar remordimiento por ello. «No me arrepiento de haberla devuelto, pues procedí como un hombre. No me iba a dejar engañar por una niña de manera tan tonta», dijo Reyes en la época en que presentó su demanda. Ahora, el rico forastero de la novela es un hombre dolido por la sentencia, que no comprende nada, ni de la sentencia ni de su vida. Ayer, en declaraciones al diario El Heraldo, hablaba de Margarita, que murió hace cuatro años. «Le llevé flores a su tumba. Yo la perdoné».
(Publicado en El Correo)