He visto esta mañana en los periódicos las fotos de los asistentes anoche al partido de baloncesto entre el Bizkaia Bilbao Basket y el Real Madrid y he identificado a un número elevado de políticos. No me resulta extraño: los veo con frecuencia en San Mamés y, si busco en diarios de otras localidades, en todos los palcos de los campos de fútbol y baloncesto de España. Y se les ve disfrutando, emocionándose con los goles, las canastas y los triunfos. Hacen bien. Sobre todo si no han abandonado a la carrera sus tareas en los despachos de los gobiernos concejalías, parlamentos o lo que sea. Quiero suponer que no lo han hecho, aunque recuerdo que en más de una ocasión plenos, comisiones o sesiones de trabajo han terminado bruscamente porque llegaba la hora de un partido y por lo visto eso es más importante.
No tengo nada que objetar a que ustedes disfruten de un espectáculo deportivo o asistan al mismo porque su cargo les obliga o porque entienden que estar ahí les da popularidad y -lo que con seguridad les importa más- votos.
Ahora bien, me preocupa que a muchos de ustedes (no a todos, no quiero generalizar porque sé que no sucede en todos los casos) sea bastante improbable encontrarlos en una exposición, una librería, un concierto, un festival de cine, una función de teatro o de ópera o un ballet. Sí les veo a veces, cuando es el estreno de la temporada de ópera, por ejemplo, y sospecho que en ocasiones van casi obligados. Sé de primera mano que algunos de ustedes suelen marcharse en el descanso, o si están en un palco discreto, incluso antes, alegando tareas inaplazables. Me temo que se van porque se aburren mortalmente.
Es decir, a muchos la cultura les importa poco o nada. Por supuesto, son enteramente libres de disfrutar o no en una ópera, un concierto con una sinfonía de Bruckner, una exposición de cuadros de expresionismo abstracto o una película de un director eslovaco. Otra cosa es que se estén retratando con su ausencia sistemática en los actos culturales o en los lugares en los que se respira cultura. Y aún más: parecen olvidar que fomentar la cultura con el ejemplo también es tarea suya: de los responsables de las áreas correspondientes en el ayuntamiento, la diputación o el Gobierno, por supuesto -y ellos no suelen faltar-, pero también de otros miembros de los ejecutivos o los grupos de la oposición. Los ciudadanos se fijan en ustedes y si ven que consumen cultura lo harán también. Por lo menos algunos.
No quiero alargarme más, que ya sé que son personas con poco tiempo. Sigan asistiendo, si les gustan, a los acontecimientos deportivos. Pero, por favor, den ejemplo y háganse presentes también en los lugares donde se crea o se difunde la cultura. Les aseguro que no les va a restar votos y harán algo útil. Y si, además, esa actividad se financia total o parcialmente con el dinero que aporta la institución que dirigen, creo que su presencia más que conveniente es necesaria. Les va en el cargo.
Reciban un atento saludo.