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César Coca

Divergencias

La polémica entre Cospedal y Pastor: un suspenso para ambas


Lo siento: en el debate encendido entre Dolores de Cospedal y Ana Pastor, ayer en TVE, a mí no me gustó ninguna de las dos. Ya sé que voy contra corriente y que hay toda una línea de pensamiento más o menos progresista que defiende a la periodista frente a la dirigente del Partido Popular. Comparto algunos de sus argumentos: Cospedal puede responder a lo que quiera, como ella misma ha dicho, pero creo que los actuales informativos de TVE, aun siendo manifiestamente mejorables, se pueden ver sin sonrojo. No ha sucedido en otras épocas y conviene recordarlo. De todas formas, tampoco estoy de acuerdo en que sea la TV pública más independiente que se haya visto nunca en España. Los que hemos cumplido ya unos añitos recordamos tiempos mejores.

Es decir, que Cospedal no estuvo fina, ni mucho menos, sobre todo al olvidar que en algunas televisiones autonómicas de regiones con el PP en el poder hay una enorme contestación interna y externa a sus informativos.

Dicho todo eso, voy a hablar de Ana Pastor. Lo primero: no me gustan los periodistas que se meten en un cuerpo a cuerpo con sus invitados o sus entrevistados. Eso les da un protagonismo que no les corresponde. Cuando un periodista se convierte en el centro de interés de un programa así es que algo está haciendo mal. Si Ana Pastor no estaba de acuerdo con lo que Cospedal decía, bastaba con que lo hubiese hecho notar con una sola frase. La discusión podía quedar para cuando terminara el programa. Pero no lo hizo, y se erigió en portavoz de un grupo que no la ha elegido como tal, poniéndose a la altura de su invitada.

Una entrevista, aunque sea en forma de tertulia con varios periodistas, es siempre un vehículo para que el entrevistado hable. Los periodistas hacen las preguntas que consideran más interesantes, pero su papel es solo el de hacerlas. Y si los entrevistados responden con preguntas retóricas, no se trata de que contesten y que por tanto inviertan los papeles. Quienes lo hacen olvidan que el espectador, oyente o lector de una entrevista la ve, escucha o lee porque quiere saber lo que dice el entrevistado, no las tesis que sostiene el entrevistador.

Todo esto se explica, creo, por la generalización en todos los medios y a todos los niveles de una figura del periodista-estrella que está haciendo un flaco favor a la profesión. Ana Pastor es una buena profesional, pero deja de serlo cuando asume papeles que no le corresponden.