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César Coca

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Un libro cada semana: ‘Ciudad Victoria’ de Salman Rushdie

La última novela de Salman Rushdie, publicada en su edición original poco antes del ataque que estuvo a punto de costarle la vida, tiene uno de esos arranques inolvidables que de vez en cuando se hallan en la literatura. Son apenas tres o cuatro frases mágicas que obligan a seguir leyendo, a adentrarse en la historia de Pampa Kampana, la mujer que el último día de su vida, cuando tenía ya 247 años, terminó el relato de su propia historia y la del imperio que construyó y gobernó.

Rushdie llevaba tiempo diciendo que, tras varias novelas ambientadas en Occidente quería volver, narrativamente hablando, a la India. Lo hace a un tiempo más o menos similar al de La encantadora de Florencia, y en un tono parecido al de esta novela: es una historia que parece sacada de Las mil y una noches, con batallas, amores, traiciones, palacios, conjuras, venganzas y seducciones.

Pampa Kampana, la protagonista, es una niña que ve cómo su madre y unas cuantas mujeres más, siguiendo la tradición, se arrojan a una pira tras haber perdido a sus maridos en una batalla. Luego, se apodera de ella una diosa que le da poderes extraordinarios:el más extraordinario es que envejece a un ritmo extremadamente lento. Tanto que verá cómo llega un momento en que sus hijas y después sus nietas parecen mucho mayores que ella.

No tan extraordinario pero más relevante en lo social es su capacidad para crear un imperio y mover voluntades susurrando al oído de las criaturas que ha creado por un procedimiento también mágico. Y una de sus grandes misiones será dar a la mujer la igualdad absoluta en todas las tareas del imperio.

A partir de ahí llegarán un marido y un amante, aliados y enemigos, batallas, victorias y derrotas, palacios y exilios. Todo contado por un narrador que se define como cuentacuentos y que simplifica el enorme poema en el que Pampa Kampana dejó escrita su historia para hacerlo, dice, más asequible a todos los lectores.
Con un estilo deslumbrante y su insobornable sentido del humor, Rushdie pone en pie una de esas historias que dejan claro por qué la lectura es un placer.

(Publicado en elcorreo.com)