La novela negra o policial está tan de moda, se publica tanto, que una de las dificultades mayores a las que se enfrentan los autores quizá ya no sea construir un relato siguiendo las normas del género, sino crear una historia diferente. Y como casi todos los tipos de personajes ya están creados (hay investigadores de vidas catastróficas y de existencia ordenada, familiares y solitarios, abstemios y bebedores, gastrónomos y partidarios de la comida basura, con éxito en el amor y sin vida afectiva, heterosexuales y homosexuales, jóvenes y viejos, admirados y detestados por sus compañeros…) la posibilidad mayor de originalidad está en algún aspecto de la trama.
En ese contexto, Bernard Minier ha creado la figura de una policía, Lucía, divorciada y madre de un hijo al que tiene bastante desatendido por su trabajo. Ella es la protagonista de esta novela que lleva su nombre y todo parece indicar que lo será en el futuro de alguna más. Pero quizá aquí deberíamos hablar de coprotagonista, porque junto a ella está un criminólogo, catedrático de la Universidad de Salamanca. Se llama Salomón Borges (atención a los nombres) y dirige un equipo de investigación formado por media docena de jóvenes de varias nacionalidades. Ese equipo ha puesto en marcha un programa informático que, alimentado por informes policiales, rastrea a la búsqueda de relaciones entre crímenes sin resolver que permitan acercarse a los asesinos.
Así las cosas, el equipo descubre elementos en común entre varios asesinatos que, como luego se verá, se han escenificado siguiendo el patrón de algunos cuadros más o menos famosos que a su vez reproducen escenas de Metamorfosis de Ovidio. Lucía y Borges indagarán a partir de ahí, mientras en la ciudad de Salamanca se suceden las amenazas de índole sexual en las que se ven afectadas algunas integrantes del equipo.
La investigación no solo se centra en esa ciudad castellana. También pasa por Segovia y por un pueblo del Pirineo aragonés. En todos los casos hay detalladas descripciones de iglesias, bibliotecas, bares, discotecas, fiestas y ambiente estudiantil. Minier mantiene la tensión y desarrolla con habilidad una trama que tiene un centro universitario como escenario crucial.
(Publicado en elcorreo.com)