Susana Rodríguez Lezaun debutó en la literatura con tres novelas cuya acción transcurría en Navarra –de donde es ella misma–, protagonizadas por un inspector llamado David Vázquez. La cuarta entrega de su catálogo la ambientó en un lugar muy distinto: cambió la lluvia y un paisaje agreste por la sofisticada ciudad de Boston y el aún más sofisticado mundo del arte y los museos.
A partir de ahí regresó a Navarra, pero con otro personaje: la inspectora Marcela Pieldelobo, que debe enfrentarse a la desaparición de una ejecutiva cuando iba en coche con su bebé. Pieldelobo –esos nombres o apellidos que lo dicen todo– es una mujer dura, sin el menos sentido de la diplomacia, cuya vida es un desastre. Fue su quinta novela.
No ha mejorado mucho en esta segunda entrega de la serie: En la sangre. Aquí debe cargar todavía con la animadversión de sus jefes por la forma de llevar su investigación anterior. Y en este caso tiene que descubrir quién es el culpable de la muerte de una infiltrada de la Policía a cuenta de una operación relacionada con el narcotráfico. El asunto es que la joven era novia de un dirigente abertzale y el principal sospechoso de su muerte es otro inspector, que fue tiempo atrás protector y maestro de la propia Pieldelobo, además de amante. De manera que se cruza el pasado de la inspectora con la presión de la Policía y la del entorno abertzale.
La forma de contar de Rodríguez Lezaun –directa, rápida, con descripciones muy cinematográficas– se mantiene intacta en esta entrega en la que de nuevo el entorno es duro y los diálogos precisos y afilados.
(Publicado en elcorreo.com)