Han pasado treinta años justos desde que se publicó Muerte en la Fenice, la primera novela de la serie del comisario Brunetti. Y ha llegado a las librerías la entrega número 31 de la serie, lo que significa que Donna Leon trabaja con un regularidad pasmosa, al ritmo de una novela al año.
La serie ha ido añadiendo personajes, con objeto de desarrollar caracteres que enriquezcan el relato. En ese sentido, la napolitana Claudia Griffoni es la última incorporación, y sigue dando mucho juego en su colaboración con Brunetti. Ambos tendrán que investigar en Dad y se os dará un caso que toca al comisario muy de cerca. Se trata de algo que comienza como la petición de un favor especial para terminar convertido en una indagación con todas las de la ley.
La historia comienza cuando una amiga de la infancia de Brunetti acude a la comisaría para decirle que está preocupada por un brusco cambio de actitud y el secretismo que muestra su yerno. Incluso ha llegado a decirle a su hija que están en peligro.
A partir de ahí comienza una investigación en tiempos de pandemia, en la que aparecen los temas que habitualmente interesan a la autora: la corrupción, el desmadre político, social y urbanístico de Italia en general y Venecia en particular, la larga sombra de las mafias…
Por supuesto, no puede faltar la eficacísima –y con frecuencia, dada a las actuaciones no exactamente reglamentarias– signorina Elettra, ni el vicequestore Patta. Ni otros muchos de los secundarios que los seguidores de la serie conocen como si fueran de su familia. Donna Leon cumplirá 80 años dentro de apenas unas semanas pero no ha perdido pulso narrativo.
(Publicado en elcorreo.com)