Seguramente para muchos de los espectadores de cine más jóvenes, Hans Zimmer es conocido por su trabajo en un puñado de películas de Christopher Nolan, sobre todo las tres de Batman, Interstellar y Dunkerke. Pero este compositor alemán ha participado en muchas producciones, porque su ritmo de trabajo es muy alto: unos años con otros, escribe no menos de cinco-seis bandas sonoras por ejercicio, con su inconfundible estilo que mezcla las grandes orquestaciones con la electrónica.
Su capacidad de adaptación a los temas tratados en los filmes es también notable. No hay más que reparar en que ganó su primer Oscar por El rey León, y el último, bien reciente, por Dune. En su catálogo hay filmes de dibujos animados, películas bélicas, comedias románticas, dramas, ciencia ficción, aventuras, sagas familiares (suya es la música de La casa de los espíritus) e historias que han pasado a ser casi proclamas de feminismo (como Thelma y Louise). Zimmer enlaza con la gran tradición de Hollywood, aunque sus melodías no están tan marcadas como en la época dorada del cine. Pero no se encuentra en él la economía de medios y la obsesión por la creación de ambientes más que por el acompañamiento de personajes que es tan frecuente en la generación más joven.
La propuesta para este fin de semana es la banda sonora de Gladiator, una película de la que, además de la acción en la arena del coliseo, se recuerdan siempre las imágenes del protagonista caminando por unos campos de espigas doradas por el sol. Disfruten.