Hay ocasiones en que no es necesario leer un libro para saber que se trata de una exquisitez. Basta con cogerlo, pasar las páginas, leer unas frases aquí y allá, contemplar las ilustraciones y comprobar así la calidad de la edición. Este es exactamente uno de esos casos.
Las ciudades de Machado tiene de alguna forma la estructura de un libro de viajes a la antigua usanza, con páginas libres para poder hacer anotaciones al hilo de la ruta que los autores hacen tras los pasos del poeta andaluz. Y permite a los lectores un viaje relativamente fácil de seguir por cuanto no hay que tomar vuelos trasatlánticos ni visitar destinos exóticos.
Los textos de Carlos Aganzo trazan la biografía de Machado, centrándose en los espacios físicos que habitó. Están Soria y Segovia, por supuesto, y Sevilla, donde vio la luz por primera vez. Están también otras ciudades menos vinculadas al poeta pero no por ello de relevancia inferior en su vida y su obra: Madrid, París, Baeza, Rocafort, Barcelona y esa Collioure adonde llegó con su madre anciana para morir de una afección pulmonar y de tristeza.
Aganzo relata cuanto el poeta vivió en esos lugares, la huella de los mismos en su obra, los amigos que hizo y algunas de las actividades desarrolladas. En las mismas páginas, Daniel Parra muestra con imágenes cómo eran –o quizá cómo pudieron ser– esos escenarios, por los que se mueven también algunos de sus versos.
En este volumen están la belleza desnuda de los poemas de Machado y de los paisajes que contemplaba cada día. Y el drama al que su país parece condenado: el de que una de las dos Españas hiele el corazón de tanta gente buena y sabia.
(Publicado en elcorreo.com)