El novelista extremeño Eugenio Fuentes ha creado la figura de un detective llamado Ricardo Cupido, que ha protagonizado varias de sus obras anteriores. El caso que debe resolver en Perros mirando al cielo es el asesinato de un médico madrileño que, en plena pandemia, ha ido a descansar unos días con su familia a Breda, un pueblo del norte de Extremadura.
El crimen sucede cuando la novela lleva ya un buen trecho en el que Cupido ha sido incapaz de resolver otro caso relacionado siquiera tangencialmente con su mujer. Este es de más envergadura: alguien dispara sobre un médico del hospital Gregorio Marañón en el otoño de 2020. El médico ocupa junto a su mujer y su hijo una casa unifamiliar. Cerca de allí se aloja otra pareja de amigos con una niña. Habían llegado juntos desde Madrid.
La víctima ya conocía el pueblo: había sido su primer destino profesional tras acabar los estudios. Fueron solo unos meses en los que dejó un estupendo recuerdo, lo mismo que sucederá a lo largo de toda su trayectoria profesional. Pero el lector pronto descubrirá algunas cosas: por ejemplo, que la esposa del muerto quizá no sienta tanto su desaparición. O que incluso esa persona de la que todo el mundo habla bien sí tenía algún enemigo.
Fuentes desarrolla la trama con parsimonia, describe el pueblo de Breda (un invento literario, no existe tal lugar) con bastantes detalles y crea una galería de secundarios que dan vida al relato. ¿Puede un detective vivir de su trabajo en una pequeña localidad rural? En la vida real, seguramente no. En la literatura, sin duda.
(Publicado en elcorreo.com)