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César Coca

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Un libro cada semana: ‘Ulises’ de James Joyce

Mañana miércoles se cumplirán cien años justos de la publicación de Ulises de James Joyce. Estamos ante una de las novelas más revolucionarias del siglo XX y tuvo una trayectoria más tortuosa hasta su llegada a las librerías: censuras, ejemplares requisados, quema de volúmenes. En Inglaterra no se pudo editar hasta catorce años después de su primera edición y en EE UU muchos de sus capítulos fueron tachados de obscenos.

La novela cuenta la historia de un solo día: el 16 de junio de 1904. Los personajes centrales son tres: Leopold Bloom, prototipo de ser vulgar, sin ningún atributo que lo haga especial; un ciudadano corriente, mediocre y víctima de algunas bajas pasiones. Stephen Dedalus es su amigo y ya había aparecido en Retrato del artista adolescente. Los críticos han creído ver en él el reflejo de Telémaco, dentro del complejo paralelismo con la obra de Homero. De alguna forma, es el alter ego del propio Joyce en sus años juveniles, como Bloom lo es en los de madurez. Por último, está Molly, la esposa de Bloom, que tiene un amante y teme haber quedado embarazada de este último. Protagoniza el impresionante monólogo final, escrito sin signos de puntuación, imitando la forma en que los sueños, los deseos y los recuerdos fluyen en nuestro pensamiento.

Junto a ellos, un amplio catálogo de personajes que van desde un muchacho que acaba de quedar huérfano al virrey de Dublín. La propia ciudad tiene también un peso grande en la novela, puesto que a lo largo del día los personajes la recorren casi en su totalidad.

La escritura es de gran complejidad porque Joyce no solo utiliza un vocabulario enorme (incluidos muchos términos en lenguas ajenas al inglés) sino que fuerza los modelos narrativos, rompe las reglas del tiempo, a veces tiene un narrador externo a la acción y otras habla en primera persona, en unas ocasiones los diálogos están señalados expresamente y otras no lo están y el punto de vista es muy variable.

El propio Joyce bromeó más de una vez con los años que iban a estar los críticos analizando y debatiendo sobre su obra. El récord de dificultad se lo lleva probablemente su último trabajo, Finnegan’s weak, que contiene palabras en decenas de lenguas distintas y una trama tan compleja que ni los estudiosos de la obra se han puesto de acuerdo en algunos aspectos. Ulises no llega a tanto, pero nadie dirá que es un libro fácil. En cualquier caso, es una de las grandes novelas de la Historia de la Literatura, y solo por eso merece la pena intentarlo.

(Publicado en elcorreo.com)