Una ciudad del norte vio la luz justo al inicio del presente siglo. Es una de las seis novelas que ha publicado Pedro Ugarte, quizá más conocido, al menos en los últimos tiempos, por sus libros de relatos. Ahora la novela vive una segunda existencia con su reedición en otro sello editorial y con otra portada.
Una portada, por cierto, en la que se ve una escena urbana de un atardecer lluvioso. Y esa imagen tiene un valor superior al de ser una mera ilustración para una cubierta. Porque en la novela de Ugarte, la oscuridad, la lluvia, son símbolos del siempre complejo acceso a la madurez de un protagonista al que en la primera escena vemos entrando al que va a ser su colegio de la mano de su padre.
A partir de ahí, su formación, sus amigos, las novias, el trabajo, la muerte del padre… Mientras, los ideales, si los hubo, se van desgastando y la realidad termina por imponerse a cualquier sueño y obliga a negociar. La ciudad del norte de la que habla Ugarte (es imposible no identificarla desde las primeras páginas) se presenta gris, oscura, lluviosa, el escenario perfecto para unas vidas que al final tendrán más bien poco de extraordinarias. Como casi todas.
No es difícil novelar lo singular. El reto es construir una novela sobre los sueños desgastados y las ambiciones borrosas.
(Publicado en elcorreo.com)