El pasado domingo se cumplieron 200 años del nacimiento de Gustave Flaubert, así que resulta la ocasión idónea para abordar la lectura de una de sus obras mayores. Por supuesto, la más conocida es Madame Bovary, y resulta injusto que haya eclipsado –al menos, fuera de Francia– al resto de su producción. Ya hemos traído a esta sección esa novela, la primera de las tres que en el siglo XIX abordaron de manera magistral el tema del adulterio de la mujer (las otras dos son Anna Karenina y La Regenta). La propuesta para hoy es una obra que tiene unos cuantos puntos en común con aquella. El más importante de todos ellos es el descarnado retrato de una época y de una clase social, la burguesía, cuyos valores despreciaba el escritor francés.
La educación sentimental está ambientada en París en los años centrales del siglo XIX. Es un momento de opulencia para la ciudad, que vive el brillo de ese ascenso de una burguesía que se está haciendo no solo con el poder económico sino también con los resortes del político. Con un punto de duda en torno a la revolución de 1848, que hizo que se tambalearan los cimientos del nuevo régimen. No debemos olvidar que es, además, el año de la publicación del Manifiesto Comunista.
En ese contexto, un joven se enamora de una mujer casada y unos años mayor que él. Mientras trata de medrar para conseguir una posición económica desahogada, el protagonista se acerca al marido de su amada como vía para estar cerca de esta. La novela es el relato de ese acercamiento y del deslumbramiento que el joven sufre. Todo ello escrito con el estilo depurado al máximo, preciso, de un novelista de extrema lentitud y perfeccionismo. Por eso cada una de sus obras es inobjetable. Sin olvidar la singular modernidad de unas obras escritas hace más de siglo y medio.
(Publicado en elcorreo.com)