Este fin de semana, la ABAO tiene programa doble: Cavalleria Rusticana y Pagliacci. Son dos títulos que suelen ir juntos porque entre ambos suman la duración habitual de una ópera convencional. Se da la circunstancia de que ese breve minutado de ambas permitió que la de Leoncavallo fue la primera ópera que contó con una grabación discográfica en la que estaban todos sus números y no solo una selección de arias y coros.
Pagliacci es una de las muestras mejores de la corriente llamada verismo. Lo que cuenta es una historia muy habitual en la ópera (ya saben ese tópico de que el argumento de casi cualquiera de ellas es que el tenor quiere acostarse con la soprano y el barítono trata de impedirlo, así es más o menos según se dice), con una ambientación menos frecuente, porque la acción transcurre en el mundo de la Comedia del Arte. La ópera nació al rebufo del éxito de Cavalleria Rusticana y los parecidos entre ambas -en el planteamiento- son evidentes. Por eso encajan tan bien en una única función.
Hay una diferencia esencial en cuanto a la popularidad: mientras en Cavalleria el fragmento más célebre es el Intermezzo orquestal, en Pagliacci es el aria Vesti la giubba, que contiene esa risa siniestra tantas veces imitada.
Les dejo no esa célebre aria (que ya figura en este blog en una entrada de hace seis años), sino este dúo de Nedda y Silvio, que cuenta con dos voces maravillosas: la del barítono Dmitri Hvorostovski y la soprano Anna Netrebko. Disfruten.