Novelar una biografía no es sencillo, porque los datos pueden saturar el relato. O porque quienes buscan ante todo la fidelidad a la Historia están siempre con el lápiz rojo señalando dónde el autor se toma algunas libertades para denunciar la falta de credibilidad. No entienden que todo lo que entra en una ficción, por muy real que sea, se convierte automáticamente en ficción. Esas son las reglas del juego que algunos ignoran. Pero precisamente esa es la gracia. Que aunque Hitler, Caruso, Marilyn Monroe, Isabel la Católica o Angela Merkel estén presentes con su nombre y sus rasgos físicos e incluso con aspectos ciertos de su biografía en una novela, quien la ha escrito tiene la bendita libertad de inventar sobre ellos cuanto quiera.
Fernando García Pañeda ha escrito una novela sobre Élizabeth Louise Vigée, la pintora más célebre del siglo XVIII en Francia, autora de casi un millar de cuadros, en su gran mayoría retratos, que tuvo en María Antonieta su gran protectora. Claro que eso mismo, cuando triunfó la Revolución, la obligó al exilio. Y ahí la encontramos en Italia, Prusia, Rusia, Inglaterra… García Pañeda hace que la artista hable en primera persona y de esa forma vaya contando su historia.
Eso le permite no solo especular con sus pensamientos sino también inventar encuentros con otras celebridades de la época. Y sobre todo añade un personaje relevante: un hombre tres años más joven que ella, a quien conoció en la infancia y que aparecerá y reaparecerá en su vida pasando de compañero de juegos a amigo y más tarde amante. Todo ello lo hace aportando una interesante información sobre su tiempo (en ocasiones utilizando para ello notas a pie de página) que completa los aspectos puramente biográficos que de una o de otra manera también están presentes. Así, la novela permite conocer a una artista de la que fuera de Francia no se sabe demasiado y la vida cotidiana de una época apasionante.
(Publicado en elcorreo.com)