Este año se han cumplido 150 desde el nacimiento de un compositor sueco llamado Wilhelm Eugen Stenhammar. No te culpo si no has oído hablar nunca de él. Yo lo descubrí más bien por casualidad hace unos pocos años. Estamos ante un músico que al parecer alcanzó una notable celebridad en su país y algunas de sus obras, según leo por aquí y por allá, están consideradas de las mejores en su género dentro del ámbito de la música escandinava. Pianista notable, era un gran admirador de la música alemana, sobre todo Wagner y Bruckner. Pero también formaba parte de una generación que usó la música para crear identidad nacional, al estilo de Sibelius y Nielsen.
Su música es el resultado de esa combinación. La obra que hoy les propongo es un claro ejemplo. Se trata del Concierto para piano y orquesta Nº 1 (la primera de sus obras que yo escuché), escrito en 1893, cuando el compositor tenía solo 22 años. La pieza es de una gran ambición: cuatro movimientos, amplia orquestación y una duración que según las versiones se sitúa entre los 45 y 50 minutos. No faltan quienes ven la influencia de Brahms y su segundo concierto. Es evidente que no estamos ante una obra comparable en cuanto a calidad. El Segundo de Brahms (como el Primero) es un trabajo extraordinario, uno de los grandes títulos del repertorio. Stenhammar no tiene tanto talento (con independencia de que además el hamburgués completó ese monumento musical en plena madurez, con casi 50 años. Y eso también se nota). Pero que Stenhammar no sea Brahms no significa que su música no sea atractiva y tenga interés. Para nada. Puede que no estemos ante una obra de gran originalidad, pero tiene momentos muy inspirados. Disfruten.