El sábado 5 de junio, Martha Argerich cumplirá 80 años. Les confieso que casi me cuesta admitirlo. Para mí, Martha Argerich será siempre aquella pianista joven de la que nos enamoramos todos los universitarios que en plena Transición nos aficionamos a la música clásica. Digo joven porque ese era su aspecto, aunque para entonces ya era madre de tres hijas y había quemado literalmente otros tantos matrimonios. Pero eso importa poco a los efectos de su enorme magnetismo personal y artístico. Martha era un volcán: pura pasión al piano. Salía al escenario y aunque tras ella había 50, 60 o más músicos y un director -siempre una figura magnética- los aficionados que llenábamos la sala solo teníamos ojos para ella. No era una cuestión solamente de atracción física. Sus discos de entonces siguen siendo puro fuego, aunque ahora los escuchemos sentados en el sofá de casa y sin verla.

Martha Argerich es una de esas artistas que están llamadas a marcar una época. Hay una unanimidad absoluta en torno a su talento. Y ha grabado no demasiadas obras (en comparación con otros colegas de su misma generación, muy pocas) aunque algunas de ellas las ha repetido varias veces. Entre sus mejores interpretaciones siempre han estado las de Chopin. En este Concierto Nº 1 la vemos y escuchamos acompañada por la Sinfonia Varsovia, que puede no ser una de las grandes orquestas de Europa pero cuya identificación con el compositor es absoluta. Siempre se ha dicho que la orquestación de este concierto es muy floja. Quizá. A cambio, su primer movimiento tiene una de las más bellas melodías del repertorio. Disfruten.