La navarra Susana Rodríguez Lezaun ha conseguido abrirse un hueco en la literatura policial en español con cuatro obras publicadas a partir de 2015. Las tres primeras las protagoniza el inspector David Vázquez y todas están ambientadas en Navarra, en un paisaje oscuro y lluvioso. La cuarta, Una bala con mi nombre, traslada al lector hasta Boston para situarlo ante una restauradora del Museo de la ciudad que casi sin darse cuenta inicia una relación de alto voltaje erótico con un camarero que por edad podría ser su hijo. Y eso no acaba bien.
Ahora Rodríguez Lezaun inicia en su quinta novela una nueva serie ambientada de nuevo cerca de los Pirineos y protagonizada por la inspectora Marcela Pieldelobo, que irrumpe en sus páginas cuando acude al funeral por su madre. Pieldelobo es una mujer directa que parece desconocer cualquier gesto de diplomacia y que tiene una vida personal y un pasado digamos que más bien desastrosos. Su primer caso (literario) es averiguar qué ha sucedido con una ejecutiva de una importante empresa que ha desaparecido tras ser víctima de una persecución cuando va en su coche junto a su bebé, en una escena que presenciamos justo en la página inicial.
El caso no será fácil porque la empresa donde trabajaba la desaparecida es propiedad de una muy influyente familia que no tiene el menor interés en que la inspectora ande por allí haciendo preguntas. Y ella se empeña en hacerlas.
La autora es periodista y ha trabajado en varios medios, y eso se nota. Quien se dedica a esto sabe que debe captar la atención del lector en cada párrafo, que no puede haber nada que lo distraiga ni le haga perder el hilo. Es lo que ella hace: narrar a un ritmo vertiginoso, definiendo a sus personajes con trazos agudos y muchas veces llamativos que resultan de una notable eficacia. El aire cinematográfico de la novela no es casual, evidentemente. Los lectores del género sabrán apreciarlo.
(Publicado en elcorreo.com)