Ya hemos hablado aquí alguna vez de cómo la fama de una obra puede terminar por convertirse en una losa para el resto del catálogo de un creador. Hemos visto ejemplos varios. En este caso, la propuesta del fin de semana se refiere a una de esas partituras que durante un tiempo tuvo esa fama. Se trata del Preludio op. 3 Nº 1, escrito por Rachmaninov en 1892, a los 19 años, cuando había terminado sus estudios y se lanzaba a una carrera profesional como compositor e intérprete.
El estilo de su autor está ya muy presente en esta pieza juvenil. Me gustaría saber qué opinaba Chaikovski, si es que dejó algún testimonio de ello, porque debió de sentir que ya tenía un continuador de su obra. Fue el propio Rachmaninov quien la estrenó y el éxito fue tan inmediato e intenso que llegó a molestarse cuando una y otra vez en sus recitales le pedían que la tocara, sin atender demasiado al resto de obras que presentaba. Además, por un problema de derechos de autor, la obra se publicó también fuera de Rusia y los sucesivos editores le pusieron títulos más bien disparatados porque nada tienen que ver con el espíritu de la obra ni la intención de su creador.
Por suerte para Rachmaninov, años después llegaron otras partituras con las que cosechó éxitos tan enormes que terminó por liberarse de la sombra de este preludio. Hablo del Concierto Nº 2, por supuesto, pero también de otras piezas. El preludio es una miniatura. Pero tiene mucho encanto y está ya aquí el Rachmaninov a quien tanto queremos. Disfruten.